ARANDA DE DUERO un paseo por la historia

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Plaza Mayor de Aranda de Duero

Un paseo por la historia
Que Aranda de Duero es una pequeña localidad burgalesa situada en la Ribera del Duero, en la que degustar excelentes vinos, es del dominio público. Que en su paisaje se conjugan las aguas del río Duero, la arquitectura castellana tradicional y una ingente cantidad de espacios verdes también es, por quien más, por quien menos, sabido. Merece, no obstante, la pena deshacerse de la visión de conjunto y detenerse en uno de los aspectos menos considerados cuando se habla de Aranda de Duero: su arquitectura histórica.

Pretender que una piedra hable, que se exprese, es, normalmente, considerado cosa de locos. Pues bien, hubo, durante la historia, quien sí lo consiguió. Y esas piedras que, por ejemplo, conforman la fachada deslumbrante de la Iglesia de Santa María de Aranda de Duero siguen hablándonos, ilustrándonos con verdadera elocuencia sobre el rastro de una historia que, gracias a ellas, no ha sido borrada de la memoria colectiva. Y a ese diálogo se suma el de las voluminosas bóvedas de crucería, el de la madera del grandioso Predicatorio y el del enorme, sagrado, húmedo silencio que viene llenando el alma de quienes penetran en el interior del templo, desde el siglo XV.

Un paseo por la calle de San Juan desemboca en una plazoleta donde hallamos la Iglesia de San Juan, datada entre los siglos XIII y XIV, de corte típicamente medieval por la austeridad de la cruz, mitad humilladero y mitad oratorio, que da paso a una sobria entrada de una portada gótica desproporcionada. En el interior del templo ha quedado instalado el museo sacro de la Villa , donde, entre otras cosas, se pueden disfrutar de ciertas esculturas atribuidas al taller de Juan de Juni de cuya obra se pueden ver muestras todavía más elocuentes en la Iglesia Parroquial de San Juan de la Vera Cruz , del s. XV, donde un crucifijo preside el altar mayor, pudiéndose además contemplar tres imponentes relieves de los que destaca “ La Venida del Espíritu Santo”.

A tres kilómetros del centro de Aranda de Duero se encuentra el barrio de Sinovas, que atesora un monumento tan interesante como ignoto: la Iglesia de San Nicolás de Bari, que guarda, tras su portada románica tardía, un extraordinario retablo, herencia de la mejor escuela castellana. Dentro del templo, hallamos un interesante artesonado de madera policramada, del s. XV con centenares de figuras y abordando desde temas costumbristas a temas religiosos.

Merece, asimismo, la pena desplazarse hasta el barrio de la Aguilera (unos 10 km . del centro de Aranda) para visitar el Santuario de San Pedro Regalado, una iglesia construida en 1.438 por orden del santo que le da su nombre y cuyos restos, además, reposan en el interior de la misma. En 1.706, el santuario fue reedificado con lo que, en la actualidad, a la estructura eminentemente medieval de la iglesia se suman evidentes elementos de gusto renacentista y del Arte Toscano.

En un acercamiento a la historia más reciente, la del siglo XIX al XX, cabe destacar el Museo del Tren, situado en la Estación Chelva (antigua línea Valladolid-Ariza), en el que podemos ver las transformaciones por las que ha pasado tanto la maquinaria ferroviaria como los uniformes, elementos de señalización,...

Otro museo de gran interés, es CIAVIN (Centro de Interpretación de la Arquitectura Asociada al Vino), emplazado en la Plaza Mayor.

Por último, y ya entrando de lleno en el concepto de reposo y solaz, Aranda de Duero ofrece, a lo largo del sustrato de su extenso casco antiguo, una de las mayores y más precisas muestras de la ingeniería medieval: las antiguas bodegas. Más de 120 bodegas excavadas a una profundidad que oscila entre nueve y catorce metros y que, durante todo el año, conservan una temperatura entre los nueve y once grados centígrados. Es de destacar el gran número de bodegas con galerías reforzadas con bellos arcos. En algunas de ellas es posible encontrarse las viejas cubas que fueron armadas en el mismo lugar donde reposan.

De entre las fiestas tradicionales que se celebran en la villa destacan las que se celebran en honor de la Virgen de las Viñas, patrona de Aranda, que dan comienzo el sábado siguiente al 8 de septiembre a golpe de “chupinazo” y se prolongan durante una semana entera de celebraciones a caballo entre la sacralidad de la Virgen y lo profano de los buenos yantares con sus correspondientes caldos.

Otro interesante evento cultural, por su simbolismo y su finura coreográfica, es el de la Bajada del Ángel, que se celebra el domingo de Resurrección y en el que un niño desciende de un globo suspendido en el aire, levantando un paño de luto que cubre la imagen de la Virgen simbolizando, así, el encuentro entre ésta y el hijo resurrecto. Por otro lado, el primer domingo de mayo, se celebra la Bajada de la Cruz , donde, de nuevo, se funden paganismo (en forma de bellas danzas) y espiritualidad (pues son las mismas danzas las que procuran “impedir” el camino de la Cruz desde la Iglesia de San Juan hacia la plaza Mayor). Una completa agenda de teatro, música (con un concurso musical de bandas anual), itinerarios culturales y hasta un festival dedicado a las motocicletas clásicas completan una agenda repleta de ideas, actividades y sensaciones.

El reposo a tal cantidad y calidad de iniciativas puede ser acompañado de un sabroso vino ribereño y, acaso, de un jugoso cordero asado, verdadero puntal de la gastronomía de la comarca. A propósito de tan opíparo manjar, durante el mes de junio se celebran las Jornadas Gastronómicas del Lechazo Asado de Aranda.